- La máxima inmersión en otra lengua se consigue con estancias largas en el extranjero.
- La relación profesor-alumno no reproduce del mismo modo situaciones reales en otra sociedad
por Alejandra Agudo, Madrid
¿Se puede dominar un idioma sin viajar? Sí, según el ministro de Educación, José Ignacio Wert. No del todo, según la mayoría de los expertos. Lo importante para aprender cualquier lengua es la exposición a la misma. Se puede conseguir un buen nivel, dicen, sin necesidad de vivir en el extranjero, con tesón e interés por aprender. Pero la mayoría coincide en apuntar que para alcanzar un nivel alto —fluido— es preciso viajar a un país donde se hable y vivir situaciones reales. Es necesario que la persona esté obligada a comprar el pan de verdad, reiteran. Esto contradice la afirmación de Wert, que ha dicho esta semana que son «más eficientes los cursos de inmersión lingüística que se realizan en España, que los de turismo lingüístico que llevan a lugares como Australia, Nueva Zelanda o EE UU».
Este fue su argumento para justificar el recorte en las becas para estudiar cursos de idiomas en verano, que este año están dotadas con la mitad de presupuesto y que el próximo no significarán viajar al extranjero.
«La inmersión en otro idioma en España tiene sus límites», explica Eusebio de Lorenzo, profesor de Filología inglesa en la Universidad Complutense de Madrid. «Casi todos los alumnos son españoles y, una vez terminadas las horas de su intensivo, socializan y se comunican en español». Esto no ocurre, dice, si esos cursos se hacen en el extranjero, donde la mayoría de alumnos son de nacionalidades distintas y la única vía para comunicarse entre ellos es la lengua común que estén estudiando. Esto no quiere decir que no se pueda aprender un idioma en España, según el experto, pero asegura que para «pasar del eterno nivel intermedio es imprescindible vivir en la cultura que hable ese idioma».
Carl Davies, arqueólogo de nacionalidad inglesa y residente en España, tenía ese nivel medio de español gracias a sus estudios en el instituto. Pero reconoce que su castellano lo ha aprendido en sus cuatro años aquí. «La diferencia es el lenguaje de la calle», dice, «el verbo que nos enseñaban para lo que vosotros entendéis por molestar era fastidiar, que casi no se usa».
Algo parecido le pasó a Nieves Ramos, licenciada en Traducción e Interpretación, durante el año que vivió en Alemania con una beca Erasmus. En clase había aprendido que überqueren significa «cruzar la calle» y era la palabra que utilizaba aunque los alemanes no la usan habitualmente. «Un día andando con una amiga me salió drüber gehen sin pensarlo ni nada, que es el término que ellos dicen», recuerda. «Para que te pase esto, tienes que estar allí escuchando a gente decir drüber gehen una y otra vez».
El aprendizaje es menor si al salir de clase solo se habla español
El nivel de dominio de un idioma, qué se considera saber otra lengua, es difícil de definir. El marco común europeo de referencia divide en seis los grados de conocimiento de un idioma, que se acreditan con un examen. Este baremo distingue entre usuario básico, independiente y competente, con dos subniveles cada categoría (A1-A2-B1-B2-C1-C2). Xavier Ballesteros, director de marketing de la School of Languages (ESOL) de la Universidad de Cambridge en España, sostiene que establecer lo que significa «saber un idioma» depende de «para qué se quiere usar».
Pero apunta que un nivel B1 sería «operativo». Esto es: comprender los puntos principales de un escrito sobre cuestiones conocidas, desenvolverse en la mayor parte de las situaciones durante un viaje y poder producir textos sencillos y coherentes sobre temas familiares.
Los expertos coinciden en que «es posible aprender» idiomas sin viajar. «En España hay excelentes profesionales», recalca más de uno. La diferencia de opiniones surge cuando se trata de establecer si es más efectivo, como afirmó Wert, estudiar en casa. Cristina Naupert, profesora de alemán en la Universidad Complutense, lo tiene claro:
«Si quieres dominar un idioma es mejor vivir en el país donde se habla. Ir a trabajar o estudiar, pero comunicarte en la vida real». Ballesteros, de Cambridge ESOL, cree que se puede dominar un idioma sin necesidad de viajar, pero con esfuerzo. Un criterio intermedio es el de Julio Larrú, profesor de inglés (recientemente jubilado) con 46 años de experiencia en la Escuela Oficial de Idiomas, que afirma que se puede alcanzar un nivel «bastante bueno si se empieza desde pequeño», pero considera que la práctica en otro país es necesaria para «soltarse».
El ministro Wert cree más eficaces los cursos que las estancias fuera
Alba Martín, estudiante de Derecho y Políticas en la Universidad Autónoma, no cree que le haga falta vivir en Estados Unidos para perfeccionar su inglés, que considera «consolidado». Tiene un nivel certificado C2 (el más cercano al bilingüismo) y su estancia más larga en el extranjero ha sido unos días de vacaciones en Londres. Pero no lo ha conseguido sin esfuerzo y una inversión económica que no está al alcance de todos: ha tomado clases semanales con un profesor particular desde los tres años. Ahora mantiene su inglés con una cita mensual, leyendo y viendo películas en versión original. Estudió en el Colegio Alemán, donde asegura que el método para aprender idiomas es más eficaz que en el sistema educativo español, que «se centra en la gramática y el nivel es más bajo».
Noemí M., periodista, ha elegido una opción «asequible» para estudiar inglés. Este año ha empezado el tercer curso en la Escuela Oficial de Idiomas (OIE). Aunque reconoce que recibe «una enseñanza muy correcta y bastante completa», cree que lo mejor para «desenvolverse» es viajar. «En la EOI aprendes lo académico: hablar ya es otra cosa…», comenta. «Sin práctica continua, el inglés no se aprende».
El aprendizaje de idiomas es un «objetivo fundamental en la formación integral del alumnado», según indica el Ministerio de Educación en la convocatoria de las becas de estudios lingüísticos. Pero no está al alcance de numerosas familias sufragar el coste de las clases, los viajes y los programas en el extranjero. Por eso se establecen ayudas económicas, que este año llegarán a menos estudiantes.
El presupuesto para estudiar inglés, francés o alemán en verano se ha reducido a la mitad respecto al año pasado (de 51 millones de euros a 24,5). La dotación más importante (20 millones) es para universitarios que quieran realizar esta formación en el extranjero. Modalidad que desaparecerá en 2013.
«Llegamos a una situación en la que solo se irán chicos de familias que puedan pagarlo», comenta Naupert, profesora de alemán. Esta situación ya ocurre con las becas Erasmus, conocidas como las «de los padres», porque son los que completan la dotación de 105 euros al mes que aporta la Comisión Europea, más una cantidad subvencionada por el Ministerio de Educación —172 euros mensuales en 2011— y otra que pone la universidad y que varía según el centro. Andrea Castelló pasó medio año en Hungría con los 390 euros al mes de su beca. «Me podía apañar porque es más barato, el piso me costaba 60 euros», dice. Para ella fue «fundamental» vivir fuera para aprender húngaro, idioma que nunca había estudiado. «Ahora puedo mantener una conversación perfectamente de cualquier tema».
Pero viajar no es una receta mágica. También requiere esfuerzo. No vale solo con estar. «Es necesario que la persona se integre totalmente en la cultura del idioma. Cuanto más lo haga, mayor profundización idiomática alcanzará el estudiante», dice el profesor De Lorenzo. Así lo cree también María del Rosario Coronado, auxiliar de conversación en un instituto en Francia, país donde cursó su último año de carrera con una beca Erasmus.
«Un idioma no es solo un sistema de signos, letras y palabras ordenadas, es el reflejo de una forma de pensar, entender la vida y comportarse en el mundo. Un idioma forma parte de ese todo, y es preciso conocerlo para entender por qué expresamos algo de una determinada manera y no de otra». Vivir en otro país es además una experiencia de vida que no viene en los libros, comentan los estudiantes que lo han experimentado.
En la práctica, saber idiomas, es útil para viajar y buscar trabajo. Un 27,5% de las ofertas de empleo de 2011 requerían el conocimiento de otra lengua, según un estudio de la empresa de recursos humanos Adecco. De ellas, la mayoría (72%) solicitaba candidatos con dominio de inglés. Para Nieves Ramos, licenciada en Traducción e Interpretación, fue fundamental saber idiomas para conseguir su puesto. Trabaja en Escocia en el servicio de atención al cliente de una empresa de venta de productos por Internet al Reino Unido, Alemania y España. «No podría desempeñar esta labor si no hubiera vivido dos años en Alemania».
Las empresas demandan cada vez más trabajadores multilingües. Según Nuria Rius, directora de Servicios de Adecco, no dan más importancia a un título que a una estancia en el extranjero para escoger un candidato u otro. «Un certificado es una prueba objetiva de que la persona tiene un determinado nivel, pero eso no significa que otra pueda tener un inglés más fluido», observa Rius. Lo esencial es que tenga el nivel que demanda la empresa, independientemente de si lo ha aprendido en una academia o durante un viaje de estudios.
Los niveles de idiomas en la UE
Usuario básico.
A1. Comprende y utiliza expresiones sencillas para satisfacer necesidades inmediatas.
A2. Entiende frases cotidianas sobre cuestiones conocidas (familia, compras, ocupaciones, lugares)
Usuario independiente.
B1. Conversación: sabe desenvolverse en la mayor parte de situaciones durante un viaje. Lectura: comprende textos en lenguaje estándar si son cuestiones conocidas. Redacción: puede producir escritos coherentes de temas familiares.
B2. Conversación: puede relacionarse con nativos en un grado suficiente de fluidez. Lectura: entiende las ideas principales de textos complejos tanto de temas concretos como abstractos. Redacción: es capaz de defender puntos de vista de temas generales en un escrito.
Usuario competente.
C1. Conversación: sabe expresarse de manera fluida y espontánea sin muestras de esfuerzo. Puede hacer un uso flexible del idioma para fines sociales, académicos y profesionales. Lectura: puede reconocer los sentidos implícitos en textos con cierto nivel de exigencia. Redacción: sabe escribir textos bien estructurados sobre temas de cierta complejidad.
C2. Es capaz de comprender con facilidad prácticamente todo lo que oye y lee. Sabe reconstruir la información y los argumentos de diferentes fuentes, ya sean orales o escritas. Puede expresarse espontáneamente, con gran fluidez y gran precisión en los matices.
Πηγή: EL PAIS
xenesglosses.eu